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Hablar mientras dormimos, o somniloquia, es un fenómeno común y fascinante que afecta a una gran parte de la población mundial, ya que aproximadamente dos tercios de las personas han experimentado al menos un episodio de este comportamiento. Aunque puede parecer inquietante, los expertos aseguran que no indica problemas de salud graves ni trastornos del sueño. Este fenómeno es considerado una parasomnia, es decir, un comportamiento anómalo que ocurre durante el sueño, y suele presentarse en niños, disminuyendo con el tiempo a medida que la madurez cerebral avanza.

Según Leonardo Serra, neurólogo del Centro del Sueño de la Clínica Alemana, la somniloquia puede ser comparada con una forma leve de sonambulismo, ya que se produce durante momentos de microdespertar, cuando la persona no está completamente dormida, lo que permite que surjan estas conversaciones nocturnas. El neurólogo Charles Craig, de la Sociedad Española de Neurología, aclara que estos episodios suelen ocurrir en las primeras horas de la noche, cuando el sueño es más ligero y el cerebro se encuentra en un estado fluctuante entre la consciencia y el sueño profundo.

Desde la psicología, se interpreta que hablar dormido podría ser una especie de «reproducción» de experiencias vividas durante el día, ya que las palabras pronunciadas durante la noche podrían reflejar pensamientos, emociones o situaciones recientes. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas expresiones no siempre son una reproducción exacta de la realidad consciente de la persona.

A pesar de su aparente misterio, la somniloquia es un fenómeno inofensivo y no representa ningún peligro para la salud. Alejandro Andersson, director del Instituto de Neurología de Buenos Aires, señala que este comportamiento no causa daño físico, aunque puede generar preocupación tanto en quienes lo experimentan como en quienes lo presencian. Los especialistas coinciden en que la somniloquia es un comportamiento común y benigno, que ofrece una ventana a nuestro subconsciente, permitiéndonos observar fragmentos de nuestras experiencias diarias.

Aunque hablar mientras dormimos puede resultar intrigante, no hay motivo para alarmarse, a menos que interfiera de forma significativa con la calidad del sueño o la vida cotidiana. En esos casos, lo más recomendable es consultar a un profesional de la salud.

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